“Es poco menos que un milagro que los modernos métodos de instrucción no hayan estrangulado la santa curiosidad de la pregunta”, señaló alguna vez Albert Einstein refiriéndose a la educación secundaria. Y hace más de cuatro siglos Miguel de Montaigne había escrito: “En las escuelas se enseñan muchas cosas pero no se aprende a pensar ni a hacer”. Lo que resulta increíble es que estas apreciaciones no hayan perdido vigencia: el bachiller actual, como el de antaño, se ve forzado a acumular información sin verse motivado a comprenderla o digerirla.