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sábado, 19 de junio de 2010

…LA ESCUELA EN CRISIS… ¿…LA ESCUELA QUE QUEREMOS…?

 Si la tierra hubiese esperado un precedente, ¡jamás habría girado sobre su eje!
                                                                  María Mitchell, astrónoma. (1818-1889)

A MANERA DE INTRODUCCIÓN.

Estas son algunas observaciones y reflexiones que me parece pertinente, analizar en estos momentos, que soplan vientos de cambio.

En algún documento que leí, cuenta el autor John Holt, que hacia mediados de los 90, un profesor al comentarle que había leído alguno de sus libros sobre educación, le contaba que por 30 años había sido profesor y que desde entonces, como ahora, había escuchado siempre las mismas palabras sobre la importancia del reconocimiento del niño, de la importancia del reconocimiento de las diferencias, de cómo llamar el interés del estudiante, pero que al llegar con sus colegas a la escuela comentaban “bien, regresemos a la realidad y sigamos haciendo lo mismo”. Además, le comentaba al autor ¿Qué es lo que lo hace pensar que puede usted cambiar todo esto?. Pueda ser que no lleguemos a la misma conclusión a la que llegaron, en numerosas ocasiones, los maestros de la escuela en Manhattan y después de tantas reuniones nos preguntemos ¿qué nos hace pensar que el colegio pueda formularse un cambio?


Creo que la mayoría de los educadores están de acuerdo que, en las circunstancias actuales, nuestra institución debe experimentar un cambio. Algunos dirán que el cambio debería hacerse hacia atrás para recuperar ese tipo de escuela más disciplinada en donde se podía trabajar mucho mejor; otros dirán que el cambio debe dirigirse hacia una puesta al día con el mundo postmoderno y desde luego que una encuesta recogería diferentes grados de propuestas, desde moderadas hasta extremas.

Muchos son los autores que hablan de la escuela en crisis y esa pregunta también podría extenderse a nosotros, y la respuesta dependería del punto de vista que se tome. Si se analiza lo que debería hacer como institución educativa de futuros ciudadanos, de sujetos críticos y autónomos, estamos distantes de ser un vehículo efectivo de la verdadera formación que demanda el mundo actual; pero, si es visto como el servicio educativo en donde transcurre la infancia y adolescencia como un simple transito hacia la vida adulta, lo estamos haciendo muy bien. En este último sentido, según Parra Sandoval, en otro importante documento, al criticar la escuela, cuestiona que se tenga como objetivo "preparar para el futuro", afirma que en la escuela "el presente de los jóvenes escolares se futuriza; el ser, su presente existencial, se exporta al futuro en que será". Es muy probable que buena parte de la comunidad piense que el colegio no tiene problemas porque está haciendo lo que la comunidad espera que se haga, que puede resumirse en una formación ¿disciplinar?, tanto en el conocimiento como en el comportamiento. Es posible que estemos buscando, como afirma Touraine, “el aislamiento de los infantes y jóvenes de la vida de los adultos para liberarlos de sus particularidades y hacer de ellos personas más homogéneas”.

Desde otro punto de vista, y no muy ajeno a nuestros problemas de comunidad, en donde hay numerosas evidencias de desorganización familiar, es cada día más claro que se recurre al colegio para que reemplace a la familia en las labores de crianza y formación. Por ello no es extraño que se solicite y se respalden medidas que mantengan a los niños y jóvenes el mayor tiempo posible en la institución. No es sorprendente que por esta razón, muchos autores en diversos medios de comunicación, al reportar numerosas evidencias de esta situación, le den a la escuela el nombre de "garaje para muchachos".

¿Y qué ocurre al interior de la escuela?

Aquí aparecen otras situaciones que hacen más complejo el problema. El primero de ellos es el confinamiento o aislamiento de la escuela a su pequeño espacio y como la denomina Parra Sandoval, en "La Escuela Sagrada", caracterizada por su lentitud, su resistencia al cambio, por ser defensora de las tradiciones y por "transmutar en privado su espacio social y pedagógico que debería ser público, para transformar la escuela en una burbuja de tiempo inmóvil desde donde se observa pasar con una sonrisa la modernidad y la postmodernidad como quien ve una película que cuenta historias fantásticas de otros planetas que han equivocado su rumbo".

Para la mayoría de los muchachos la escuela es otro mundo, un mundo de disciplinas, evaluaciones y promociones, que muy poco tiene que ver con lo que ocurre fuera de ella, pero que se acepta "porque sí" y porque prepara para "ser alguien". Mientras que para otros puede ser un refugio para escapar de la violencia o un confinamiento momentáneo que los aísla de un mundo de diversiones. ¿Qué sabemos de la mirada de los estudiantes sobre su colegio? Muy poco.

Para los padres, la escuela es un recinto, a veces con connotaciones casi de sagrado, que debe dejarse actuar porque allí hacen lo que se ha hecho por cientos de años para educar a los jóvenes. A la escuela, desde luego, le gusta también esta mirada que le da independencia, reconocimiento y aislamiento del mundo externo. ¿Qué tan aislados estamos nosotros?

Parra Sandoval, sostiene que el aislamiento de la escuela no es sólo con el exterior, sino también consigo misma, con sus discursos y con sus formas de proceder. Esto caracteriza una especie de escuela esquizofrénica en donde hay varios discursos, pero no para el sano enriquecimiento de la reflexión y de la construcción de proyecto educativo, sino para que cada quien tenga su mirada de escuela y desde su rinconcito lance conocimientos, opiniones, y consejos a los muchachos.

Otro problema, se genero a partir de la aplicación del decreto 230 del 2002, sobre la evaluación en la escuela. En la práctica, mínimo dos generaciones de jóvenes Colombianos de la educación oficial se perdieron, entre la mediocridad y la falta de expectativas, generadas por un sistema educativo que pensaba más en la cobertura que en la calidad.

1 comentario:

julio r dominguez c dijo...

Carlos lo felicito por este gran trabajo y espero que lo continue con la misma dedicacion y entusiasmo.

julio roberto dominguez corredor

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